Indígenas, entre la incredulidad y el miedo por COVID-19

Compartir:

Todo estaba preparado para que el presidente Andrés Manuel López Obrador llegara a Guelatao, Oaxaca, para conmemorar el natalicio de Benito Juárez, el 21 de marzo pasado. Todo menos la gente, que aunque en buena parte es seguidora del mandatario, también tenía miedo de que “los foráneos” trajeran el virus que había matado a miles en el mundo, el COVID-19. 

Muchos avisaron con anticipación que no irían al evento. Los organizadores intentaron convencerlos incluso el mismo día, pero no lo consiguieron, revelaron diferentes personas a Cuestione.

Para evitar que el evento estuviera desangelado, los organizadores llevaron a personas de otras zonas, principalmente de la capital del estado. Pero la Guardia Nacional también aportó lo suyo: “Llegaron los miembros de la Guardia Nacional a Ixtlán de Juárez, con sus uniformes. Se subieron a siete u ocho camionetas y cuando llegaron a Guelatao ya estaban vestidos de civil”, dice una de las fuentes que presenció los hechos y compartió imágenes del mismo con Cuestione.

Para Marta –cronista de la región, quien pidió proteger su identidad por temor a represalias–, el ambiente en la región, respecto al coronavirus está polarizado, entre quienes creen que es un invento y quienes saben que en caso de que la epidemia llegue a sus comunidades, los servicios de salud serán insuficientes

“El presidente es muy popular, para quienes son sus seguidores fervientes, incluso están rompiendo las reglas. La figura presidencial es tan importante aquí, que la gente la toma de referencia”, dice Marta, al recordar el video divulgado por Presidencia, en el que López Obrador pidió a la gente que no dejaran de salir (contrario a las recomendaciones sanitarias internacionales, para evitar contagios): “No dejen de salir… Sigan llevando a la familia a comer, a los restaurantes, a las fondas”.

Te puede interesar leer: Desplazados por violencia en México: las víctimas que no quisieron ver Peña ni Calderón

Protocolos contra el COVID-19 en la Sierra

Si existe temor por la epidemia del COVID-19 –que ha cobrado la vida de más de 23 mil personas en el mundo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud– en las ciudades, en las comunidades indígenas, saben que en caso de que la epidemia llegue a su territorio, el desabasto de insumos y personal médico podrían provocar una catástrofe. 

Y es que en las comunidades indígenas, el riesgo de morir por enfermedades comunes, como la diarrea, la desnutrición o la anemia, es tres veces mayor en una niña o niño indígenas, que en aquellos de población general, advierte el estudio Atención a la Salud de los Pueblos Indígenas de México, de la Secretaría de Salud. Aún más peligroso resulta un virus que puede provocar una fuerte neumonía. 

Los habitantes de las zonas rurales que sospechen haber contraído el virus, deben ir primero al doctor local, quien determinará si se les debe aplicar una prueba del COVID-19; sin embargo, ese médico no podrá simplemente abrir el cajón y aplicarla, sino que enviará al paciente a la ciudad más cercana, muchas veces las capitales estatales, para que le realicen una prueba. 

Eso, en el caso de las comunidades más apartadas de la Sierra Norte de Oaxaca, como San Gaspar, La Josefina y La Palma, representa un viaje de ida de, por lo menos, ocho horas, explica Amada Mendez Morales, regidora de Salud del Ixtlán de Juárez. 

Ixtlán de Juárez es un municipio primordialmente indígena, ahí se encuentra el único hospital de la zona y en su fachada una manta da cuenta de la situación de precariedad médica en la que viven: “Nos encontramos laborando bajo protesta, debido a la escasez de insumos… Nos deslindamos de toda responsabilidad por la falta institucional de lo necesario”.

Foto: Cortesía 

“El hospital carece de toda la infraestructura, carece de todos los materiales. De hecho, el hospital en este momento, como todo el país, estamos bastante mal”, dice Méndez Morales.

Por eso, las comunidades de la Sierra Norte de Oaxaca solicitan a los gobiernos municipales, estatal y federal que no los olviden, pues “en toda la Sierra Norte, únicamente se cuenta con dos hospitales básicos… para casos sencillos, como lesiones o accidentes automovilísticos” y que ni siquiera cuentan con los suministros básicos para curaciones sencillas, dice Marta a Cuestione

“Las condiciones de marginalidad social han hecho que el derecho humano a la salud pública, en nuestra región, sea inoperante, esto debido a la falta de medicamentos, infraestructura, así como la inexistencia de clínicas y personal médico, en la mayoría de las comunidades”, advierte un comunicado de las comunidades en conjunto. 

Cuestione publicó en febrero pasado, que 59 de las 166 obras de construcción de infraestructura hospitalaria suspendidas estaban en Oaxaca. Algunas de ellas, desde hace más de 10 años, de acuerdo con información de la Secretaría de Salud, obtenida vía transparencia. 

Si los países cierran sus fronteras, las comunidades cerrarán sus caminos

Después de la visita del presidente, varias comunidades de la Sierra decidieron cerrar sus caminos, tal y como diferentes países hicieron con sus fronteras (como Canadá, España, Chile, Argentina, Alemania, entre varios más), para prevenir la propagación del COVID-19. 

Hierve el Agua, San Lorenzo y Capulálpam (este último Pueblo Mágico) son solo algunas de las que ya no permiten que ingresen personas ajenas a la comunidad. 

Y es que, al ser la población adulta mayor la más vulnerable ante este virus, en estos pueblos las y los ancianos son “muy valiosos, no solo son fuente de sabiduría, sino de gobernanza”, apunta Marta. 

Fotos: Cortesía

México, hasta el 26 de marzo de 2020 tenía 585 casos confirmados y ocho muertos vinculados al Coronavirus. Mientras las autoridades sanitarias calculan que la crisis será superada cerca del mes de agosto, las comunidades indígenas buscarán, con sus propios medios, protegerse, ante el abandono del Estado.

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.