Inseguridad y COVID-19: así trató el INEGI a las personas que hicieron el Censo 2020

Compartir:

Sólo restaban dos días para que Melissa, de 22 años, terminara su jornada como encuestadora del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Pero ese 25 de marzo, no regresó a casa. La última vez que se supo de ella, entrevistaba habitantes de la alcaldía Tlalpan, en Ciudad de México.

Su desaparición, así como la falta de medidas para prevenir contagios de COVID-19 por parte del INEGI, han puesto en evidencia lo desprotegidas que están las personas que realizaron el Censo de Población y Vivienda 2020.

Por un salario de 9,500 pesos, los 151 mil encuestadores a cargo del este conteo tuvieron que trabajar, del 2 al 27 de marzo, jornadas de hasta 10 horas (incluidos algunos fines de semana), bajo el sol y muchas veces sin comer. Además se enfrentaban a la inseguridad en colonias y calles que no conocían, según relató Diana, quien fue encuestadora del INEGI, en entrevista con Cuestione.

Dulce Melissa Bautista Fernández vestía un pantalón de mezclilla, blusa color blanco, chaleco beige y mochila color azul, ambos con logotipo del INEGI. Así se lee en el documento que la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJ-CDMX), difundió un día después de su desaparición.

Tres días después, Julio Santaella, presidente del INEGI, tuiteó que “Diana” Melissa (no Dulce Melissa, su nombre real) se había reportado sana y salva, sin dar más detalles.

Ayúdanos a encontrar a Dulce.#NiUnaMenos https://t.co/R9DRua3gZN— Julio A. Santaella (@SantaellaJulio) March 28, 2020

Pero la mamá de Melissa, Dulce Fabiola Fernández Aguilar, lo desmintió en las redes sociales: “…por este medio les comunico que mi hija sigue en calidad de persona desaparecida hasta que ella no aparezca físicamente la búsqueda sigue (sic)”.

Santaella se retractó al día día siguiente y aclaró que la FGJ-CDMX debía confirmar la localización de Dulce Melissa:

Te puede interesar leer: El Censo de 2020 tendrá el mismo costo por vivienda que hace 10 años

Encuestadores del INEGI, sin medidas ante COVID-19

La desaparición de Melissa no sorprendió a Ana, madre soltera de 32 años, quien también fue encuestadora del INEGI, pero en la colonia Guerrero de la CDMX, una de las más peligrosas de la alcaldía Cuauhtémoc. “Yo pensaba ‘si me asaltan, aquí quedé’. No hay nada de seguridad para nosotros”, relata a Cuestione. 

Además del caso de Melissa, Ana supo de otros compañeros que fueron asaltados o acosados. 

Para Ana, la inseguridad era sólo una de sus preocupaciones, hasta que las alertas por los casos de COVID-19 se hicieron más frecuentes. Aún así, ella y sus más de 150 mil compañeros en todo el país tenían que seguir tocando puertas. “Yo veía que en las redes sociales decían que (el INEGI) nos había dado gel y cubrebocas, pero eso no era cierto, entonces le pregunté a mi supervisora cómo nos íbamos a proteger y no me hizo caso”, cuenta Ana a Cuestione.

“Eres una grillera”, le contestó su supervisora. Ana sólo quería saber por qué en internet leía una cosa y en las calles vivía otra realidad.

El 18 de marzo se supo del primer fallecimiento de una persona por Coronavirus en México. Aún así, Ana y los demás encuestadores iban de casa en casa, sin ningún tipo de medida para prevenir un posible contagio. Menos de una semana después, el 26 de marzo, Ana comenzó a manifestar dolor que le “reventaba la cabeza”, después vino la fiebre, la tos intensa y dolor de huesos. 

Los síntomas iban empeorando. Fue así que grabó un video en redes sociales para denunciar lo que vivía, pues en ninguno de los dos hospitales a los que fue le quisieron hacer la prueba de COVID-19, a pesar de que su cuadro encajaba con la enfermedad y había estado expuesta a gran cantidad de personas.

Ni el INEGI le hizo caso. Cuando ella y otros compañeros se quejaron de la falta de condiciones adecuadas ante la epidemia, su supervisora les contestó que “no se hicieran pendejos” para no trabajar. Como faltaban solo unos días para terminar, continuaron.

“Estaba feliz de trabajar porque estaba desempleada desde hace un año, yo agradecía mucho este trabajo”, dice Ana. 

Aunque Ana fue atendida por sus síntomas en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), nunca obtuvo un recibo de pago por parte del INEGI. 

El INEGI anunció hace unos días que sus próximas encuestas (ocupación y empleo, confianza del consumidor, entre otras) se postergarán hasta que pase la contigencia del COVID-19. Del caso de la joven que desapareció el 25 de marzo, hasta ahora no ha informado nada más.

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.