México, a la caza de la mejor vacuna contra COVID-19, pero… ¿y la vacunación?

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A principios de noviembre, la farmacéutica Pfizer anunció que su vacuna contra COVID-19 ya funciona en el 90% de los casos.

Sin embargo, la aplicación representa grandes retos para la infraestructura de salud de los países, ya que se necesitan temperaturas ultra-frías, por debajo de los -70 grados centígrados (el récord de temperatura de nuestro planeta lo tiene la Antártida, con -98 grados centígrados), para transportarla y almacenarla.

De hecho, el 12 de noviembre, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, detalló que solo se había firmado un acuerdo con Pfizer, porque antes de firmar un contrato “depende de que sea realista la posibilidad de garantizar este sistema de ultracongelación” en nuestro país.

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Tres días después, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard anunció que ya se habían valorado los retos de la vacuna de Pfizer. “México firmó ese acuerdo porque ya se había valorado. Lo que va a hacer Pfizer, en caso que se firme (contrato), es poner la vacuna en puntos de distribución que México necesite y de ahí lo pasas a una red de frío con distinta temperatura”, dijo.

En todo caso, ¿qué opciones de vacuna contra COVID-19 tiene México? ¿Tenemos la infraestructura necesaria para distribuirlas? ¿El próximo año volveremos a la normalidad? 

En busca de la vacuna contra COVID-19 para México

La de Pfizer no es la única solución que trae entre manos el gobierno federal. En la carrera por ser de los primeros países en tener la vacuna, se han firmado varios convenios con otros países, empresas y universidades.

“Estamos inscritos en todos estos procesos de investigación, para que tan luego se tenga la vacuna, México sea de los primeros países en aplicarla. Estamos celebrando convenios con empresas, con centros de investigación, con gobiernos”, dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador el 19 de septiembre. 

El 12 de agosto se anunció con bombo y platillo, que México y Argentina producirían y distribuirían la vacuna de los laboratorios Astra Zeneca y la Universidad de Oxford, con apoyo de la Fundación Slim.

Sin embargo, un mes después, dos voluntarias de las pruebas de esa vacuna sufrieron padecimientos neurológicos. 

En días recientes Astra Zeneca anunció que se encuentran analizando algunas complicaciones con usuarios infectados en Reino Unido, Brasil y Sudáfrica, durante la fase 3 de su estudio, que es cuando se ensaya la vacuna con miles de personas para evaluar su seguridad y conocer sus efectos secundarios.

De hecho, la vacuna de los laboratorios chinos CanSino Biologics, se encuentra siendo probada, ya en fase 3, en territorio mexicano. El 10 de noviembre se anunció la aplicación de dosis en Chiapas y Oaxaca, y el 16 de noviembre en CDMX y Quintana Roo.

Desde octubre, el gobierno federal pagó un anticipo de poco más de 180 millones de dólares (unos 3,600 millones de pesos), para garantizar el acceso de México a las vacunas que está desarrollando la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Las nueve vacunas que se están trabajando son las de los laboratorios Inovio, Novavax y Moderna en Estados Unidos; la de CureVac de Alemania; la de Astra Zeneca y la Universidad de Oxford; y la de la Universidad de Hong Kong.

También se están desarrollando la de Clover Biopharmaceuticals en China; la de la Universidad de Queensland y CSL en Australia; así como la que trabajan en conjunto el Instituto Pasteur de Francia, los laboratorios Merck de Estados Unidos y Themis de Austria.

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Vacunas vemos, infraestructura de distribución no sabemos

Está claro que en algún momento México contará con una vacuna contra COVID-19 para proteger a su población. Sin embargo, aún queda el largo trecho de la vacunación, con los retos que implica almacenar, transportar y aplicar las dosis.

Para la epidemióloga Guadalupe Soto Estrada, investigadora de la Facultad de Medicina de la UNAM, la vacuna ideal para México es la que demuestre los mejores niveles de seguridad y eficacia, siempre y cuando contemos con el equipo necesario para asegurar sus condiciones óptimas.

“Sabemos que México se encuentra dentro del mecanismo COVAX, creo que es una buena opción para asegurar cierta cantidad de vacuna, sin embargo, tal vez no sea suficiente para cubrir las necesidades de toda la población”, dijo la doctora.

La experta especificó que todavía faltan varios procesos en la búsqueda de la vacuna, entre ellos que la OMS “certifique” que salgan al mercado y realmente cuenten con los estándares de calidad establecidos. 

“Además, la distribución puede tardar algunos meses, al menos el primer trimestre de 2021. También hay que tomar en cuenta el número de dosis que pueda adquirir el gobierno de México, ya que se dará prioridad a los grupos con mayor riesgo de complicaciones”, detalló la epidemióloga.

Y agregó que la epidemia podría continuar durante varios meses o incluso años, “aunque en menor proporción y tal vez con una tendencia cada vez más marcada hacia el descenso, hasta que se convierta en una enfermedad respiratoria estacional como la influenza”.

En cuanto a la infraestructura de México para distribuir estas dosis contra COVID-19, la doctora Soto Estrada nos cuenta que esto depende de las características de las vacunas que se adquieran.

“Si el manejo de las vacunas que se consigan es similar a las que se conocen actualmente, sin duda se cuenta con la infraestructura necesaria, pero si se trata de vacunas que tienen algún manejo especial, como la de Pfizer, el reto es mayor, aunque no creo que sea imposible”, dijo.

Sin embargo, para la experta, además de la infraestructura, hay otros desafíos que se deben tomar en cuenta, como la relación costo-eficacia, que se consiga la cantidad suficiente para lograr un alto porcentaje de inmunidad en la población, que se comunique bien y que la sociedad ponga de su parte y participe en las campañas de vacunación.

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Un esfuerzo organizativo sin precedentes

También platicamos con el científico mexicano Antonio Lazcano, quien opina que una vez que se tenga la vacuna, hay que ver si tenemos la infraestructura para distribuir y mantener sanas las dosis.

Además, según el biólogo, falta ver cómo se entrena a los vacunadores, si contamos con los insumos necesarios, desde agujas hipodérmicas, frascos y empaques; así como la logística para llevar a la gente a los centros de vacunación.   

“Algunas vacunas requieren una doble dosis, es decir, se vacuna a la gente y luego se regresa un mes después a una segunda dosis”, dijo Lazcano.

Y agregó que se tiene que vacunar al menos 50% de la población, “lo cual requiere un esfuerzo organizativo enorme y yo no creo que la Secretaría de Salud tenga la capacidad para hacerlo” y puso como ejemplo los retos de infraestructura y de insumos, que se tuvo en la estrategia para contener la COVID-19.

Al respecto de este “esfuerzo organizativo”, Lazcano dijo que no tiene claro cómo va a suceder eso, ya que “el gobierno ha pasado de jugar con la idea de una inmunidad de rebaño y, como claramente no tiene una respuesta efectiva a la crisis de salud, entonces la esperanza de control de la pandemia parece que la están depositando en la llegada de las vacunas, pero una cosa es la vacuna y otra cosa es la vacunación”.

¿La estrategia de vacunación tendrá mejores resultados que la estrategia de mitigación de contagio de COVID-19?

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